El cazador

Se acerca el mediodía y sigo agazapado en medio de la hierba. He estado acechando a ese lobo durante horas, semanas, meses... puede que incluso sólo hayan sido unos segundos, ya ni recuerdo en que momento de mi vagabundeo empecé a perder la noción del tiempo.
Observo pacientemente con mucha atención. El animal se desplaza, y yo lo sigo sigilosamente sin perder su rastro. El va por agua, y vuelve a reposar, caza y duerme en su guarida. Ya hemos hecho esto más de tres veces, estoy seguro, pero hace tiempo que perdí la necesidad de contar incluso, ahora entiendo todo de otra forma, algo es diferente, pero difícilmente es explicable. El animal hace un movimiento, me muevo de la misma manera, se vuelve a mover, y lo vuelvo a imitar, el proceso se ha repetido incontables veces y de forma cada vez más precisa.
Ahora hasta nuestros latidos y respiraciones se han sincronizado. Ya conozco su itinerario, y la forma en que se mueve... me subcomunica algo, no puedo decir que "lo conozco" así como se conoce a un humano, es más que eso, se podría decir que "sé" lo que és, entiendo completamente su identidad, el "quién" és, es la esencia de la cuestión. Es un solitario, no caza en compañía, no espera nada de nadie, parecido a mí, tiene algo diferente, menos rústico. Me muevo siguiéndolo por los lugares habituales, que, de alguna manera, no son completamente los mismos siempre pero, aunque cambiantes, tienen un patrón con una... personalidad. Antes de esto nunca hubiera imaginado que hubieran tantas maneras de comunicarse más precisas que las palabras y que todas ellas empiezan por una mayor atención al entorno.
Creo que ya nota mi presencia.
De alguna manera, el tiempo no existe en mi percepción, por consiguiente la linealidad causa-efecto de la lógica común desapareció de mi pensamiento y con ella he perdido el lenguaje de las palabras. Percibo todo en un eterno presente, pero de forma mucho más precisa. Tengo un entendimiento instantáneo y completo de la esencia de las cosas y seres que observo, y en cierta forma no tengo lo que se conoce como memoria, medito las cosas en el mismo momento en que me enfrento a ellas. La memoria y el tiempo son una especie de ilusión que desapareció de mi mente, y sin el estorbo de las palabras puedo entender lo que me transmiten los animales, incluso las plantas. Puedo notar que también este lobo me comprende perfectamente. Finalmente me reconoce como parte de su entorno. Es consciente de mi presencia, pero no ha expresado su postura hacia mí. ¿curiosidad, amistad, hostilidad?. Mediante mi respiración, mirada y velocidad/pausa de mis movimientos le transmito mi simpatía. Él animal capta el mensaje.
Estoy seguro que con un ser humano no podría expresarme de forma tan precisa. Sería imposible, hablan demasiado, la gente común vive de palabras y pensamientos pero no de acciones. La acción es demasiado violenta para ellos. Yo soy demasiado violento para ellos. Pero ellos no, ellos prefieren seguridad, prefieren materialismo, prefieren la frustración rutinaria de la vida diaria. Quizás por eso hice lo que hice. Me dí cuenta de que las personas cobardemente no actúan por temor a contradecir al resto, hablan y piensan pero no actúan. Son como ovejas, y yo me identifico más con los lobos que con el rebaño.
Y así me alejé por mi condición especial. No se si siento remordimiento por lo que hice. Ha pasado tanto tiempo desde que vi la sangre de mis seres queridos en mis manos, tanto desde "ese incidente" en mi infancia, tanto desde esa furia pasional y sus puñaladas inmisericordes. Son cosas que no se perdonan. -¿qué será lo que tengo?... no es algo que quisiera recordar.
No quiero recaer en mi condición antigua de pensamiento, después de todo aún queda algo de ella, y quedarán vestigios de ella hasta que sea completamente dueño de mi ser. Hasta entonces continuaré mi viaje.
Ya he perdido de vista al animal que rastreaba, todo por un momento de distracción. Mi andar es un entrenamiento constante.
Ya he llegado a una imponente cascada. Desde aquí puedo relajarme y descansar. Contemplar el paisaje natural bajo el sol primaveral a mi alrededor me anima a seguir.
Sin darme cuenta me encuentro a mi mismo absorto en una singular comunión con la naturaleza. Veo el agua correr y la entiendo. Entiendo sus maneras, y más que eso, entiendo sus caminos. Me asomo al borde y logro ver a lo lejos abajo dos peces nadando fluidamente, como comunicándome algo. ¿Soy el único que ve esto? ¿acaso me hablan exclusivamente a mí?. Me llaman. Cualquier intento de preguntar es inútil, simplemente siguen llamando. No sé que será, solo sé que aprenderé algo.
Sin pensarlo me lanzo al agua varios metros abajo, la caída va encendiendo mis ánimos y termino en el fondo. Ahora que me doy cuenta de lo turbia que es esta me sorprende haber podido ver peces. Nado por un momento, pero es difícil explorar sin dejarse llevar por la corriente. Mi corazón late fuerte, la violencia del agua me acelera y me lleva a los rápidos. Intento agarrarme a una rama que crece en el borde pero esta se rompe. No me dejo vencer, nado con toda mi fuerza hacia la orilla, pero las piedras que allí se encuentran son resbalosas y me envían de nuevo al agua. Un montón de agua contra mí. Nado de nuevo hacia la orilla para intentar agarrarme con más fuerza pero es inútil, incluso sin estar cansado no tengo la fuerza suficiente. Solo percibo agua y paisajes indistinguibles a intervalos moviéndose a rápida velocidad a mi alrededor. Moriré si sigo así. El agua me ha sumergido varias veces y me impide obtener el aire necesario para esforzarme más, y respiro tan rápido como puedo ¿por qué lucho tanto?. Quizás no debería esforzarme. El agua no lo hace. Solo fluye. Es otra forma de enfocar el problema, si dejo que el agua haga todo lo que se propone a hacerme ¿en verdad haría tanto daño? Y quizás lucho sin necesidad. Sin observar realmente la situación. Entonces dejo de resistir. Relajo mis músculos, no hago esfuerzo ni por respirar, mi pulso desacelera, mi temperatura disminuye, se detienen mis pensamientos, me apago completamente mientras voy sumergiéndome, todo fluye natural. Me dejo vencer al sueño, siento paz...

En una plaza soleada y animada, la vida transcurre lentamente, normal y sin preocupaciones, los niños juegan e intercambian gestos de amistad mientras las parejas intercambian ligeros gestos de amor. Excepto una, esta pareja intercambia frases que sólo un alma gemela debiera escuchar y juran votos de lealtad eterna. Definitivamente estos no son los gestos típicos de un adolescente primerizo y si lo fueran serían superficiales. No profundos y sinceros como los de esta pareja. Adultos en esencia niños en el exterior. Llega la hora indicada y la mayoría de las parejas se dirigen al gran evento. Esta pareja aprovecha la oportunidad, se aleja en dirección opuesta y se dirige al evento menor, el que les pertenece solo a ellos dos.
Todo es interesante, para quién sabe como observar con atención. El aire es interesante, las hojas que caen por la ventana son interesantes, la sala de clases es interesante. El profesor lo tiene presente, lo habrá escuchado alguna vez, pero no lo comprende, solo mira superficialmente los eventos del día a día, no ve nada más, ni tampoco se lo imagina.
Los trazos vagamente realizados en la pizarra son interesantes. ¿Quién podría culparlos de no saber?
Mientras Emanuel Santander juega con un encendedor, Martin Rivas escribe papelitos y Ricardo Vera raya la mesa metido en sus asuntos como tantos otros de sus compañeros, el profesor encargado de esta clase compara distancias, mide ángulos, hace cálculos en el pizarrón destinados a un público semi ausente ¿o estarán semipresentes?
Al mismo tiempo, desapercibido entre sus compañeros, "Vitrubio" hace lo que el profesor, compara distancias, mide ángulos, dimensiona el tamaño de unos ojos respecto a una nariz, estima el ángulo que esta hace con la frente y se proyecta sobre el espacio de su perspectiva, une con la mirada dos puntos en la suave piel blanca y los compara con una medida ya conocida para obtener con exactitud una distancia precisa, precisa como los deseos de su corazón enfocados por este momento a plasmar el objeto de su fascinación de forma perfecta, este dibujo debe ser idéntico, el joven pone todo su esmero y entusiasmo en dibujar con pasión a la muchacha sentada unas mesas aparte.
Ella es como él. No pertenece aquí.  "Cat" la muchacha que llegó hace sólo unos meses de otro país. No conocía su nombre, mejor dicho no lo escuchó la primera vez. Había algo en sus rasgos asiáticos que lo mantenía... no sabía explicarlo, podría ser que lo que sentía era que...
-¿No te interesa mi clase?- el profesor deja caer un pesado libro sobre la mesa de Vera despertándolo violentamente. Todos ríen.
El reloj de arena avanza desapercibidamente ¿cuanto tiempo habrá pasado?, los niños nunca imaginaron lo rápido del transcurrir de los minutos (de las horas, de los días) cuando uno se divierte. Y ya está oscuro. Un hombre pierde un reloj, y los niños allí se entretienen, pulsión de vida, pulsión de muerte.
"¿Te aprendiste el que viene?" pregunta uno de los músicos a su compañero "no me sabía ninguno, solo los he estado siguiendo a ustedes" los otros se quedan mirándolo, deciden seguir como hasta ahora, el público vitorea y los llama, los de la banda se ponen disfraces vistosos y se preparan. "Ya no hay nada que hacer, mejor sigamos como hasta ahora".
Empieza a llover. Uno se separa del grupo, sin darse cuenta ya ha avanzado un buen trecho sin que nadie lo acompañe, sin encontrarse con nadie y sin embargo nadie como él en ese momento se sentía tan extrañamente acompañado. "¿A donde se habrán ido todos?, pisa un pozo húmedo, ¿en qué momento me habré quedado solo?". Las calles están mojadas, la sensación general es de humedad. Mejor apresurar el paso, mejor llegar a casa antes de que algo malo suceda. La tensión aumenta, se escuchan pasos detrás. Una presión en el pecho que impide, sino caminar bien, por lo menos estar tranquilo. El extraño se acerca. La lluvia aumenta. Hay que ir más rápido, pero sucede todo lo contrario. Se siente como si el ambiente le apretara el pecho. Las casas que se ven por donde avanza fatigosamente en la oscuridad de la noche son cada vez menos familiares. La presión ya es sofocante. Y lo siguen persiguiendo. No queda de otra, hay que correr, hay que apresurarse. Es difícil, las ropas están mojadas, aprietan, pesan y ralentizan el paso ya de por si pesado del muchacho. Una mano siente en el hombro. La tensión se rompe. La presión en el pecho...

Despierto y me encuentro sumergido en las profundidades de un mar embravecido, con olas violentas. Como de costumbre solo recuerdo mis usualmente incoherentes sueños más recientes, a pesar de que sé que tuve muchos más. Instintivamente lucho por llegar a la superficie. Asciendo en tan sólo un instante que me parece excesivo.
Dando una bocanada de aire me doy cuenta de que estoy en una situación muy diferente de la que partí. El tiempo climático ha cambiado mucho. Cuando llegué a la cascada era un día soleado totalmente despejado y el aire era suave, cálido y un poco húmedo, casi te acariciaba. Ahora en cambio llueve, está muy nublado y oscuro, probablemente sean nubes de tormenta. Hay un viento que silva con furia. No se ve tierra a la distancia en ninguna de las cuatro direcciones. Hay grandes olas a mi alrededor, pero yo no me muevo, simplemente dejo que me sumerjan y vuelvo a ascender, he aprendido la lección del agua.
Quizás simplemente cambié mi destino anterior por una muerte en el mar. ¿Por qué habré despertado en este momento?. No puedo asegurarlo con certeza pero siento que ha pasado mucho tiempo. Lo siento en el cuerpo. 
Me sorprenden las habilidades que adquiero cada día. Aunque eso no es algo que pueda salvarme ahora. ¿Qué opciones tengo?. Quizás intentar dormir de nuevo, aunque si lo pienso he dormido mucho, y por algo debo haber despertado, y si es así lo menos que puedo hacer es estar atento.
Me intento mantener atento al alrededor lo más posible ya que tengo pocas opciones. Miro a todos lados y no pasa nada.
Hasta que percibo un cambio. Algo se acerca. Miro hacia varios lados ya que no puedo sentir la dirección de la que proviene hasta que se acerca un poco más y lo sé. Esta detrás mío. Veo a la distancia y ahí está, ¡un barco!, veo sus velas. Se va acercando y levanto los brazos para que me vean. Milagrosamente viene hacia mí. Aunque tienen sus dificultades en medio de la tormenta uno de los marineros, un hombre de rasgos toscos y embrutecidos, me ve al pasar la embarcación cerca mío y le avisa a sus compañeros, de los cuales, algunos se asoman curiosos, y otros, corren de un lado a otro. Finalmente me arrojan una cuerda, la cual cae a un metro de mí. Nado un poco para acercarme y me sujeto firmemente.
Ya en la cubierta, vuelven a manejar el barco ya que no hay tiempo que perder en medio de la tormenta. Como no tengo mucho que hacer me quedo sentado y dejo que hagan su trabajo. Una vez que el tiempo mejora un poco, se acercan hacia mí para interrogarme. El capitán, un hombre curtido por los años de barba y bigote parcialmente encanecidos, me dirige unas palabras, lamentablemente yo no puedo responderle. 
Me toman por un estúpido, pero puedo entender absolutamente todo lo que dicen, más allá de la lingüística y los significados conceptuales, y aún mucho más que eso, entiendo lo que no dicen, basado en los contextos y una infinidad de indicios más, no es una cosa subjetiva. He dado las señales suficientes11 para que conozcan mi historia pero no puedo esperar mucho de ellos, no se han acostumbrado a prestar atención, son simples, es más, la mayoría son incultos. 
Así que dan por sentado que soy un salvaje, probablemente un individuo que nunca tuvo contacto con la sociedad (algo que no es cierto) y deciden que al llegar a tierra firme me pondrán al cuidado de alguna institución científica para que me estudien y me civilicen y probablemente puedan ganar algún dinero, después todo, los hallazgos de gente incivilizada como yo están de moda en esta época.
 Sus opiniones e ideas me parecen hilarantes, me causan risa, y ellos no pueden evitar verme, por lo que, además de salvaje, me creen loco. Tal vez estaría bien en un manicomio, se les ocurre. 
No me importan sus asuntos ni lo que ellos piensen, su idea de civilizarme consiste en que si me importe, no se dan cuenta, pero a nivel inconsciente es así. Pero es improbable que lo logren, me escaparé al tener la oportunidad.
Ya es de noche, me ofrecen algo de pan y agua y me llevan a mi celda. Tiene poco espacio, pero, teniendo una cama, no es algo que me importe mucho. Dormir es lo único que queda por hacer...
En cierto punto de la noche escucho murmullos que vienen de al lado de mi celda:
-Siempre apareces en las mismas ocasiones, ya puedo predecir se cuando será la próxima vez que nos veremos
-Me sucede algo parecido contigo...
Eran la esposa del capitán y un marinero desconocido, que al parecer, eran amantes, y no sólo eso, sino que además planeaban un amotinamiento, no les importaba hablarlo cerca mío pues daban por sentado que yo no entendía una palabra.
Se volvieron a reunir varias veces en el mismo lugar durante la semana. Algunas veces con más gente que reunía adeptos entre la tripulación. Se me estaba dando la oportunidad de que se formase un caos para poder escapar, eso si es que se realizaba el amotinamiento como planeaban. A mi personalmente no me importa el resultado de tal enfrentamiento.
Instintivamente estoy despierto esta noche, la cual esta mas tranquila que nunca. Semanas y semanas de lluvias intermitentes y temporales hacen que la calma genere un sentimiento de expectación. Estoy aquí en mi celda mirando hacia el cielo y pensando en historias antiguas. Durante la noche, la magnificencia del universo se manifiesta en toda su plenitud de forma increíblemente definida. Y resulta que durante esta época y en el lugar que nos encontramos tenemos una de las vistas más espectaculares del mundo. Y no es exagerada la afirmación porque además de los increíbles relieves nubosos coloridos de galaxias lejanas y océanos estelares que se manifiestan en esta parte del espacio profundo de forma que pareciera que estuviéramos en el fin del mundo o en un muelle o cascada a la eternidad, se manifiesta también uno de los más increíbles fenómenos celestes de los que se tenga constancia. En el cielo nocturno de esta noche tenemos el gran privilegio de contar con la imagen de la princesa Aaiea "la princesa dormida" y no se trata de una simple constelación sino que en verdad es la mismísima imagen de la princesa entre las sagas legendarias y los míticos héroes de antaño representada en el cielo con nubes o trazos profundos en su tridimensionalidad que en verdad son galaxias muy lejanas que logramos distinguir como trazos oscuroazulados con tonos morados en el negro tapiz del espacio y que forman parte de la imagen de una hermosa mujer. En la palma de su mano derecha se puede ver el "focus", el símbolo del fuego. El extraordinario hecho de una imagen tan clara siempre se ha considerado inexplicable. Se dice que la princesa existe en verdad en alguna parte de este mundo. Si es así quiero encontrarla.
Un estruendo repentino estremece todo el barco. ¿Un trueno? No, una explosión ha sacudido todo. Y luego se oyen más en diferentes lugares, seguidos de disparos, cuchillos y golpes de espada. Los amotinados debieron resultar terroristas o locos porque no se hubieran delatado de prescindir de las explosiones. Yo he estado tanto tiempo alejado del mundo que ya ni se que facciones o grupos políticos se enfrentan en los tiempos actuales. Según tenía entendido, ha ocurrido una descentralización masiva mundial y una prohibición colectiva de las grandes organizaciones. Más allá de eso no sé nada.
Una explosión daña mi celda lo suficiente para permitir mi escape así que salgo a cubierta y me encuentro en la refriega donde los amotinados han cercado a unos pocos combatientes. Nadie excepto yo puede distinguir algo mas allá de unos centímetros debido a las llamas y al humo que producen. Yo oigo los pasos, siento las vibraciones en el piso, los cambios en la densidad de aire a mi alrededor. Se produce una explosión enorme y sé que se han dañado los depósitos de combustible de la nave. Mi corazón late fuerte y siento el furor del momento. Sobrevienen mis recuerdos, las razones por las que escapé, me siento como en esos días. Con una energía hirviendo dentro de mi interior. Veo las siluetas corriendo a mi alrededor y no me resisto a correr. Pero eso enciende mis ánimos y aumenta mi energía, aumenta mi entusiasmo. No hay vuelta atrás, lo sé, ya no me puedo detener. Lo siento en mi cuerpo, se siente demasiado ligero, demasiado fácil de mover. Respiro más eufórico de lo normal. Es como me dijeron, se ha producido la "aristeia", el estado en que mi energía supera mi voluntad.
Un hombre me acuchilla pero no siento nada, así que le propino un golpe en la cabeza que hace que se pegue al piso con tal velocidad y fuerza que muere al instante. Me dirigen una apuñalada al corazón, pero la logro parar con el hueso de mi brazo. Voy matando sin parar ni poder detenerme, esparciendo la muerte a donde voy y extendiendo el pánico. Se enfocan en atacarme al ver la amenaza que me he vuelto, pero incluso contra la superioridad numérica soy muy rápido, mi fuerza está incomparable, soy más audaz que nunca.
Los hombres normalmente no usan toda su fuerza por no arriesgarse mucho para seguir viviendo, yo en este estado incontrolable hago acciones tan osadas que no dan tiempo de reaccionar, son totalmente inesperadas e irónicamente acaba con las vidas que tanto se empeñan en proteger. El exceso de adrenalina me hace inmune al dolor.
Esquivo, me cubro, ataco y vuelvo a asesinar a varios de los que se me cruzan sin importar el bando. Van cayendo uno por uno. A estas alturas ya me temen y veo temblar sus pies al enfrentarme, veo disminuir su foco interno, sus golpes son débiles, sus disparos indecisos e ineficientes.
Finalmente los amotinados logran cercar a unos pocos combatientes, que se mantienen peleando desesperados, pero con gran tenacidad. La lucha es cuerpo a cuerpo ya que han agotado todo tipo de proyectil. El ambiente huele a hierro, humo y sangre. El capitán arenga a sus hombres a mantenerse en pie. Yo ataco por la retaguardia de los amotinados mientras ellos tratan de someter a los últimos marineros del capitán que finalmente caen, pero luego no pueden conmigo.
Al momento de acabar con todos, el barco esta por colapsar y tengo heridas en todo mi cuerpo. No puedo más, yo también estoy por colapsar... Pero hago un último esfuerzo consciente y salto al mar para alejarme. No puedo más...
Oigo aves marinas, olas, siento arena bajo mi espalda, y viento acariciándome. Llegué a una playa tranquila. Lamen mis heridas. Abro los ojos y lo veo. ¡Es el lobo que seguía!. Tal parece que me he ganado su respeto. Y un nuevo compañero de viaje.

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